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¿Te vas?

¿Te vas? ¿Te vas? ¿Y me dejás? Está bien. Andá. Andate nomás. ¿Qué te pensás, qué soy chirusa? ¿Que podés picártelas? ¿Mandarte a mudar así como así? ¿Por qué? ¿Hay otra? ¿Tal vez? ¿Quizás? ¿Otra que te consuela y que me deja acá, consolando yo al sillón que está vacío de ahí atrás? Ay, ay... Bueno, está bien. Andá... Pero después no vengas... no me vengas... Está bien. Andá... andá... Total, yo ando con ganas de quedarme acá, y parece que hay lugar, me puedo echar, tirar, rumiar como un gato o mugir como una vaca sentada en el sofá. Total vos ya no estás, ya no me importás. Volviste, volviste... Roberto, estás acá. No sabés las ganas que tenía... De pegarte un sopapo ¿Por qué te fuiste? Decí. Hablá. Vamos, contá... O mejor, no. esperá... ¿Querés saber? ¿Querés saber qué hice este tiempo con Alberto? ¿Querés saberlo todo? Bueno, tomá... Él me refugió de la soledad que me abarcaba por completo, ¿sabés Roberto? “El que l

Formas

Me gana el cansancio, la fatiga cerca mi conciencia y el desvelo. Más lo mío es insistencia, aún en sueños quisiera concretar una respuesta. Así, rastreo tu presencia cuando no la tengo. ¿Es que de veras en algún momento estuviste ausente ? Aún en la distancia te cargué estos días en mi vientre. Quise arrancarte, deshilacharte un poco, quitarle tinta a tus palabras, eliminar del cuerpo toda posibilidad de recuerdo, algo, algo... Y para eso prendí fuego... ... que me recordó tus formas ataviadas y desnudas, todas. Sometiéndome al entierro, me perdí en ese universo olvidando por completo todo. Lo olvidé todo, pobre fuego. Culpable, capaz de darme muerte, tu arma es tu presencia. Con horror descubrí quien eras. Y me quedé dormida. O desperté. El sudor me obligó a elegir que no sos fuego. Pero no pude. Habías quedado sellado. (Al lado mío, en un papelito, yacen todas tus palabras. No tengo voluntad ni fuerza de pedirles silencio. Tampoco quiero.)

Carta de una sola noche

El individuo se acercó y las fulminó a su antojo. Haciendo que su esencia -lo que les daba existencia- se esfumara. Aún quemándome la espalda, logró que no volviera a la vigilia y me quitó las alas. No preguntes quién cuando tuyo es el yerro y el delito; fue una culpa que vino después de la otra culpa, la primera, la de todo esto originaria. Porque antes de llevártelas y hurtarlas, las concebiste tal y cómo querías verlas; atreviendo a generar de mí un punto cardinal allí en tu mapa. Sólo entonces te atreviste a esculpir un diminuto remolino (especulo, pero eso pudo haber pasado). Fuiste vos el que, arrancándolas, creó huecos en mi espalda para que después las alas mueran. ¿Cómo podría estar ahora?, ¿infeliz, desesperada?, ¿perdiendo la cronología, sin saber si es cierto lo pasado? Al mezclar el tiempo, y al poder dejar sellado entre mis labios y piernas, el fin de la memoria y la cordura ¿cómo podría estar esta noche? (se me ocurre que tal vez regocijada). Lo que anunciaron mis manos

Lisboa

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Hay un evento que llama la atención, por lo lejano y por lo presente. Si se está mínimamente atento, es algo de lo que uno va a enterarse más o menos enseguida. O lo escucha de alguien que hablando sobre otro tema lo menciona como detalle periférico, o lo lee en una placa señalada en algún muro. En 1755 en Lisboa un terremoto destruyó el ochenta por ciento de la ciudad. Hay carteles en varios lados que indican si un edificio fue construido antes del terremoto, o cómo, cuándo y quién lo reconstruyó. Cuentan que durante los seis minutos que duró, los que pudieron se acercaron a la costa porque ahí no se caía nada, y que cuarenta minutos después un maremoto gigante barrió en tres movimientos los pocos restos que habían quedado en pié. Durante los cinco días posteriores la ciudad ardió completamente en llamas. Imagen Hoy Lisboa es preciosa. Mirarla es ver plasmada la imagen que se tenía en la cabeza antes de conocerla. En los balcones de sus calles angostísimas con subidas y bajadas,

París

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Séptima parte. La Gauche Sillón. Computadora. Leo en lemonde.com sobre la marcha nacional contra la modificación de la edad mínima de la jubilación, en vez de a los sesenta la pusieron a los sesenta y dos años, y eso es un scandale . Es también una marcha contra el gobierno en términos más generales. En París, uno de los puntos de encuentro era en Montparnasse, a pocas cuadras de la casa de mi tía, y fuimos para allá. Si hubiera un cuadernillo anexo en los libros de viajes con eventuales, uno de los must del circuito sería participar de una marcha contra Sarcozy. Dos motivos fundamentales: el primero político y obvio; el segundo, transitar la ciudad de una manera que difícilmente sea posible sin esa condición. Sin estar desbordante (los medios después arrojaron cifras más optimistas), había bastante gente y la cita final era en La Bastilla. Escuchar las mismas melodías que suenan en Callao y Montevideo pero en tonito francés, es un total chic-révolutionnaire . Había m

Siena

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Sexta parte. A esta altura Tuve que hacer el esfuerzo de levantarme. Florencia me dejó exhausta, con poco tiempo para digerirla, pero quería ir a Siena. Al final fue una suerte que varias de las chicas de la habitación roncaran; si bien la noche fue tortuosa, la sinfonía terminó por despertarme para llegar a tiempo. Estaba temprano en la estación, con un humor maldormido, pero de pié para tomar el tren en hora. La noche anterior me había dicho, voy. No importa que esté cansada, que me duelan los pies, que a esta altura tenga poca capacidad de absorción, que necesite una pausa para procesar todo; vale la pena, dicen que Siena… Dicen bien. Al entrar a la parte histórica ya no se ven más autos, está prohibido acceder de otra manera que no sea a pie, aunque de vez en cuando se cuele alguna moto, cosa que a los italianos parece encantarles (así como los berlineses se mueven silenciosos en sus bicicletas, estos recuerdan a montones de Nani Moretti andando con sus motos, haciendo ru

Padua

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Quinta parte. Il capuccino Con el italiano estoy en muy bajas condiciones de negociar. Si bien es una lengua accesible, una cosa es tocar de oído y otra es entender lo que te dicen. El problema es que acá en Italia me rehúso a hablar en inglés. Siento que desaprovecho la oportunidad de mandare frutta all’italiana. Anque los italianos, en inglés se les va la mística seductora y graciosa que tienen cuando hablan. Perdemos todos. No me gustaba la idea de estar en la iglesia de San Antonio de Padova preguntando “excuse me, do you know how I can go from here to Pedrocchi?”. Me niego. El idioma es parte del paisaje. Algunas veces la situación me gana y no tengo otra, corro el riesgo de no llegar nunca a ningún lado. Sobre todo si lo que busco es algo tan concreto como el bar Pedrocchi. Cuando supo que andaba por acá, una gran amiga italiana que vive en Buenos Aires me pidió como favor personal que vaya a Pedrocchi. Entendí algo así como “si no lo hacés por vos, hacelo por mí”. Y bueno, hice

Venecia

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Cuarta Parte. Ponte Rialto En el puente había tanta gente que para apoyar los codos en el bordecito había que hacerse lugar esperando un buen rato en una cola amorfa multicolor, o directamente mandarse un poco a los ponchazos, abriendo camino entre los japoneses con sus cámaras, los alemanes con sus visitas organizadas, y los franceses con ese no sé qué, ese trulalá tan particular. La señora me miró y entendió todo de golpe. Yo estaba de cara al gran canal, me había hecho por fin mi lugarcito. Había estado caminando horas, perdida en un laberinto turístico imposible, en el que en cada esquina que doblaba encontraba más o menos lo mismo: callecitas preciosas, chiquitas, medievales, llenas de cosas para comprar, souvenires chinos, vidrio de Venecia, del bueno y del malo, máscaras carnavalescas, botas italianas de primera línea, abanicos a cuatro euros, muebles para quedarse a vivir, ensaladas de fruta… exactamente, cualquier cosa. Creo que me buscó a propósito. Yo estaba algo inhi

Berlín 3

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Lo gris y los colores ¿Cuánta gente de la que crucé por la calle vivió entre los escombros de su propia vida en el ’45? ¿Quién quedó del lado este en el ‘61? ¿Y del lado oeste? Hasta hace veinte años una de las esquinas hoy más imponentes del mundo era una locación gris, poblada con los restos de una guerra desparramados en tierra de nadie. Hoy ese lugar es una de las locaciones más modernas que existen. El cambio sucedió en menos de diez años. En un mismo lugar, en un mismo siglo, es casi imposible entender cómo hay espacio para tanta cosa. Lo hay. Eso es Berlín. Una ciudad fantástica e incomprensible, con una capacidad igualmente grande para construirse, destruirse, reconstruirse. Han pasado demasiadas cosas, la mayoría de las cuales están vivas, son historia que se ve y camina por las calles. Los hijos de Nina, de quince y diez años, lo estudian en la escuela y no entienden. Le preguntan a su mamá cómo pudo ser que durante veintiocho años el barrio de al lado haya sido el país de al

Berlín 2

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Segunda parte. El futuro En Europa siempre me cuelgo mirando más bien hacia atrás, busco la historia de los lugares en la arquitectura, en los museos, en la formación de las calles irregulares, en las diferencias que necesariamente hay respecto a nuestro cuento, tan corto, tan nuevo. Ayer no paré de caminar y después de una vuelta enorme, volviendo al Postdamer Platz para tomar el S (es como un subte que va por arriba), una hendija entre dos edificios altos me llamó la atención: entremedio se veía una cúpula convexa, hecha de hierro y vidrio, y a través de ese vidrio se dibujaba el cielo. Estaba oscureciendo. Se escuchaba también una música suave y ruido de agua. Unas luces azules y rojas salían de adentro con algún movimiento. Desvié el rumbo y entré. Sin darme cuenta en un segundo parecía haber llegado al futuro. Era como entrar al decorado de Blade Runner. Y yo, que soy medio reacia a ir hacia adelante, que siempre busco más los por qué que los para qué , tuve que mandar a guardar

Berlín 1

Primera parte. Berlín 1 Estimados, heme acá de nuevo, en otro viaje. Además del estímulo histórico, edilicio, sonoro, cultural, idiomático y otros tantos más de esta increíble ciudad, otra vez me encuentro frente al mismo enjambre, en un nuevo dilema de palabras. Estuve ensayando algunas pavadas para empezar el relato, pero –como si de una ecuación matemática se tratara- siento que cada coma me aleja del resultado. Hoy paseaba por la Friedrichstraße pensando en esto, como si los pasos pudieran ser relatados de una sola manera, como si avanzar en el asfalto implicara ir resolviendo el camino con lenguaje, y terminé jugando una suerte de Scrabble urbano e inútil, que no me llevó a ningún lado más que tres cuadras arriba. La ciudad seguía increíble, y nada –mucho menos yo- había cambiado. Si sigo esperando el milagro, si me quedo en las ganas de completar el juego antes de saber cuáles son las fichas (si sigo respetando como una idiota todos los semáforos, sea cual fuere la luz que tengan

Río Negro Proyecta

Queridas Mabeles, Con Perla decidimos ver el mundo un poco más allá de horno a gas que tenemos en la casa y nos fuimos al sur, a un festivalete de cine. Cosa de locos, una experiencia inédita para nosotras, mujeres sin duda de su casa. Pero es así, no viene mal salir un poco a ver de qué color están hechas las montañas. Y así, como al burlete, me encargaron un reporte para el que me han pedido especialmente que deje de hablar de zurcidos, y le preste atención al misterioso mundo del arte. Así que ahí estuve, de aventuras en las butacas, tanto de cines como de teleféricos. Aunque me cueste dejar de lado el lado chabacano y emocional, notarán que por momentos me puse un poco seria. Pero soy una profesional, qué tanto, para algo me pagan millones para que viaje. Las invito a que lo lean, mis queridas, y las espero cuando quieran para seguir bordando en casa. Un saludo afectuoso, Perla Río Negro Proyecta un festival que se las trae Crónicas de un festival, bajo la mirada de Perla

El susodicho

Perla, Perla, mi querida, tengo que compartir con vos esto. Me gustó un caballero, un muchacho de la fiesta. Me pareció que el susodicho estaba interesado. Pero quién sabe, vos me dirás si se trata de un candidato decente, o de un auténtico tarambana. Encima estuve medio turulata y dormilona, porque al final, cuando me estaba yendo se acercó y me preguntó "¿puedo llamarla alguna vez?"; yo le sonreí, "cuando usted quiera", y de nerviosa y apresurada al final no le di ningún teléfono. Como si pudiera llamarme por Ósmosis. O por Facebook. O Twitter. Y yo de esas cosas no entiendo nada. Estoy perdida, Raquel, orientame. Sé que es cercano tuyo, estás autorizada a que, si lo creés pertinente, le trasmitas un mensaje de parte de Mabel (quedó muy impresionado con el estilete) diciendole "Guadalberto, impresionaste muy bien a Mabel", agregándole todo lo que convenga y creas necesario. ¿Sabés a quién me refiero, Dora querida? Un último comentario: tu compañero, Nico

La Reina

¿Así que te hacés el zota? Por qué no te acercás un poquito, vas a ver qué sorpresas tiene para vos hoy la Reina. Porque me autodeclaré Reina en mi Condado, querido, y al pensarte no encuentro más que un peón que se hizo la rata. ¿Creés que soy resistente a indiferencias y silencios? Mirá que mi corona va de oro al cobre en un ratito, y cuando eso pasa se pronostica un cambio intempestivo en el ánimo. Mirá que cuando el sombrerito se pone así es que el cielo se oscurece, la temperatura baja y además se enojan los dioses. Mirá que no todo depende de mí y si se encaprichan los de arriba no hay pan para rato. ¿Qué son esos ademanes? ¿Dónde quedó la cortesía? Cuando vuelvas vas a fregar el piso, tengo acá doblados a mis pies los trapos. Te vendiste como caballero, compré ticket ida y vuelta y no llegamos ni a la mitad del primer tramo. Ya se te ven las costuras, las debilidades, los puntos negros que te amenazan diariamente. Sos tan tonto y transparente que no podés ocultarme nada. No a mí