Carta a mi amiga del alma, desde París

Mi querida y fiel Manuelita,

                                                   ¿cómo estás? Espero que de mil maravillas. Lo que estoy viviendo aquí no es para menos. París es maravillosa, una ciudad de no creer. Ayer tuve una experiencia de esas que no se repiten en la vida: ¡viajé en globo! ¿Puedes creerlo? Como podría haber imaginado en mi vida que haría una cosa así, nunca pensé que se podría llegar tan alto. Pero así fue. Fuimos con Madame Cleraux, quién supo de la posibilidad a través de un conocido suyo, y sabiendo que yo estaría aquí sólo por unos días no dudó un minuto en consultarme. Querida amiga, vista desde arriba, París es más hermosa aún. El Sena la atraviesa brindándole un brillo y una curvatura especial. La arquitectura de la ciudad puede reconocerse perfectamente, sus callejuelas angostas desapareciendo bajo los techos grises y uniformes, sus barrios irregulares, las avenidas anchas y elegantes que la cruzan en diagonales... Salvo en algunas pocas zonas, sus construcciones no superan el sexto piso, y aún desde abajo el cielo se ve bastante más que Buenos Aires, dónde últimamente la civilización avanza a paso apresurado y voraz. Eso sí, acá el cielo por lo general es gris; rara vez está despejado. Ayer fue un día de suerte.

                                                    Desde arriba, lo primero que llama la atención es el palacio de Les Invalides. Quién pudiera, querida Manuela, terminar sus días ahí. Cuánto honor sería… Si se levantara de su tumba, Napoleón se alegraría por la elegancia y magnificencia de su precioso monumento. El techo dorado refleja la luz del sol, y la cúpula sobresale en altura, color y brillo, asomando entre los edificios.

                                                   En la misma dirección, un poco más atrás, puede verse Montmartre y la Basílica del Sacré Coeur en la cima. Me han comentado que en ese "arrondissement"  (¡notarás mis avances en la escritura, luego de tanto esfuerzo con Madame Argot!) tiene lugar una avanzada de la bohemia, con artistas de la vanguardia, en especial pintores y poetas. Procuraré ir en los próximos días. Qué ilusión me hace pasear por allí. Para llegar, hay que subir unas largas y empinadas escaleras. Si tengo suerte, algún pintor me ofrecerá un retrato. ¡Imagínate la alegría de colgarlo en el salón principal, a mi regreso! Papá se alegrará sobremanera, la tía Elena se sentirá orgullosa.

                                                  La Torre Eiffel es el punto más alto de París y símbolo de toda su exquisitez. Con suerte podré visitarla antes de partir. La vida del turista es ajetreada, y los planes cambian momento a momento. De todos modos, pese al cansancio, no me quejo. Le agradezco al Mayor Ibañez Cantimploro los favores que hizo para que yo esté acá; sin su ayuda, jamás habría podido cruzar el charco que ahora nos separa. Tía Elena lo sabe muy bien.

                                   También, es una suerte que Madame Cleraux haya ofrecido tan gentilmente albergarme en su altillo. Ella está sola, y lo acondicionó para mi llegada. Anteriormente acumulaba aquí viejos trastos, y este lugar está lleno de recuerdos. Desde el alfeizar de la buhardilla, el retrato de un viejo coronel con bigotes me mira serio e inquisidor. ¡Espero que no escuche mis pensamientos! Dirás… es sólo un retrato. Pero no puedo evitar pensarlo. ¿Qué me está pasando? Oh, Manuelita, a veces mi imaginación me hace unas jugadas que no puedo dominar. Espero que pasen pronto.

                                              Amiga del alma, se hizo tardísimo, y esta vela casi ya no alumbra. Debo dormir, descansar del ajetreo. Por favor, envíale mis cariños a todos, y si tienes ganas, cuéntame qué anda pasando en mi querida Buenos Aires, que tan alborotada estaba los últimos días que estuve allí.

                                                      Tuya,



                                                                                                                                                        Isabella



Isabella, a punto de embarcar en el Globo Aerostático
(foto Gentileza Madame Cleraux)







Isabella, sin cambios aparentes, luego de la experiencia aérea
(foto Gentileza Madame Cleraux)

Comentarios

  1. querida isabella,

    si es que posees un artefacto de los que nos legó el querido Esteban Trabajos, puedo ayudarte a la distancia con la amable censura de los audios incomodos. sino, no.

    o mejor, aun, me puedes mandar el susodicho video, yo te lo enmudezco y devuelvo como si nada hubiera pasado.

    por supuesto, sabes que lo haré sin escuchar nada de lo que en el se decia. soy un caballero.

    tuyo

    big ratto

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  2. Estimado, gracias por su caballera ayuda, ha sido usted el primero en ofrecerla, se ha ganado un bonus track en el topfive list... De todos modos, golpeada pero más sabia por la experiencia anterior, en los videos que estoy filmando ahora, cierro el pico sumisa, obediente, para dejar al arte que se exprese y hable. Volviendo a su ofrecimiento, si veo que sigue valiendo la pena, y encuentro la manera de enviárselo, le aviso; pero si no, no se preocupe, en breve habrá imágenes de Isabella on line, en algún otro lugar del planeta. Le mando un grosso saludo, y además, lo saludo grosso.

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