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Mostrando entradas de 2013

Desde las ruinas (Serie "Ficciones de viaje")

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"Qué desencuentro, cuántas horas perdidas, con lo difícil que fue llegar acá... Si pudiera perderme al menos a mí misma, olvidarme un instante de todo y apreciar la belleza. Estar aquí, en este mundo detenido, vaciado, y pensar tan mundanamente... Desde esta perspectiva la calle pareciera no tener fin. Tal vez metiéndome en ella logre no recordar el pasado cercano, y me acerque a uno mucho más remoto. Uno con una ciudad viva, vibrante, roja y azul; un lugar de veraneo, de recreación, de divertimento. Un pasado con foros, templos, sacerdotes y gimnasios. Lleno de mercaderes y prostíbulos, de comerciantes y meretrices al paso. Y un volcán al fondo que se ría  de todo  -como se ríe mi historia de mí- en silencio, amenazante. Un pasado cubierto con cenizas, techos caídos, gritos de ahogo y poses petrificadas. Enterrado por mil quinientos años, descubierto por azar, reconstruido, hecho museo. Un pasado que me reciba de brazos abiertos para que yo olvide por un rato el mío. Sí, voy a me

Desde arriba (Serie "Ficciones de viaje")

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"Por suerte a esta hora hay sol, hace la espera más llevadera. Tiempo atrás era imposible imaginarme esperando un ómnibus que me lleve aún más lejos, que me siga subiendo. ¿Estoy segura? Cada vez más distancia con el mar. ¿Era esto lo que quería, lo que grité como una chiquilina encaprichada, delante de todo el mundo? ¿Puede ser que sea mi terquedad la que me haya traído hasta acá? Puede, sí. Desde aquí todo parece redondeado por una suave perspectiva. Como si pudiera ver mi vida con la misma distancia con la que ahora observo el mar. Veo las olas inquietas, inofensivas, desapareciendo apenas llegan a la costa. Las olvido tan rápidamente. Tanta facilidad para olvidar da vértigo. Igual, elegir recordar... no. No es opción, no ahora. A lo lejos un pequeño punto rojo que se acerca, viene el micro. Por fin se acaba la espera. Con algo de suerte mañana comienza una nueva etapa..." Falso extracto de SENSATIONS DU VOYAGE.  Editorial Belleheure, 1961 Nota: esta s

Desde la orilla (Serie "Ficciones de viaje")

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"Por suerte pasó. No pensé que fuera a recibirme. Pese a la aspereza, a sus modos bruscos, casi brutos, estoy segura que mi visita la visita lo puso contento. Vive en un lugar de ensueño, y no perdió jamás el malhumor. Por eso me fui, me di cuenta que habitar el paraíso no garantíza entrar en él. Tuve miedo desde temprano. Recuerdo las sensaciones de chica, cuando esto no era ni la mitad de lo que es hoy. Antes ponerse de moda como un destino turístico inevitable, cuestión que le cambiaría para siempre ese alma de pueblo chico que recuerdo tan bien. A la noche las luces no alcanzaban para distinguir el camino de vuelta a casa. En la oscuridad intuía que quedarse aquí iba a ser lo mismo que estar muerto. Armé mi plan mucho antes de convertirme en mujer. Sé que mi decisión no fue fácil para él. Y que irme así, sin previo aviso, dejaría marcas más allá en el tiempo. Lo que no podía suponer era que iba a verlas de manera tan clara apenas me abriera la puerta. Intentó sonreír, sí,

Desde el precipicio (Serie "Ficciones de viaje")

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"¿Cómo llegué hasta acá? ¿Cuáles fueron las razones, cuál el desencadenante que me trajo aquí, hasta este fin del mundo personal en el que no puedo recordar nada? Ni siquiera me acuerdo los simples motivos de las cosas. Tal vez no debería haber dicho la verdad. Quizás debiera haberla ocultado, guardarmela para mí. Sin embargo, allí estuve, detallando punto por punto, con precisión, específica hasta el cansancio sin razones aparentes.  Sincerándome como un suicida que nada tiene que perder, o -mejor- hasta la soledad más oscura y profunda. Inmersa, inmensa... Hace frío. Y pese al frío, qué hermoso es todo. Todo se mantiene indiferente al movimiento de las personas. Y yo aquí, en éste, mi más hermoso infierno particular, esperando inútilmente la luz, o que se encienda en algún momento el faro..." Falso extracto de SENSATIONS DU VOYAGE.  Editorial Belleheure, 1959.

Andiamo?

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Siguiente destino: Roma. No hay tren directo desde Varese, tengo que pasar por Milano. El tema conexiones, trenes, vuelos, arribos y partidas siempre significa un extra de tensión que nunca aprendí a manejar del todo bien, pero -obvio- hacia allí me mando. El primer tren me deja en Repubblica, una estación subterránea, desde donde tengo que salir al exterior y caminar trescientos metros hasta Milano Centrale, la terminal más importante de la ciudad. Nunca había estado en Milan. Queda un hora hasta que parta mi tren. Salgo a la superficie, lo primero que veo son las bicicletas. Este sistema de transporte ya está desparramado por toda Europa, no hay ciudad que no lo haya desarrollado adecuándolo a la estética y necesidades propias. Se sabe, la sustentabilidad es el último grito de la humanidad. Igual, algo en esta versión me llama la atención, y al rato lo identifico: ¡las bicicletas de los milaneses son igualitas a las Vespa! Las construyeron a su imagen y semejanza, el look es más mo

Der Herbst

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Esta vuelta pasó algo fuera de lo común. En las bitácoras de años anteriores nunca dejé de mencionar -central o periféricamente- al otoño. Invariablemente miro como hipnotizada los dorados, los verdes, los rojos y amarillos, el marrón de las hojas muertas que caen todos los días de los árboles del Stadpark. También el cielo gris y la lluvia, siempre al borde de las nubes.Todo esto tiñe mi mirada y la experiencia con la que atravieso cada año la ciudad. Es una atmósfera romántica, en un punto una postal, un clishé un poco fácil. Pero a la vez ése lugar común fue el que me llevó a escribir las cartas que envío desde hace cinco años desde acá. Me acuerdo que la primera vez quería conservar todo lo que estaba viviendo, el contorno me parecía demasiado bello, y sentía que apenas me fuera el recuerdo se me iba a escapar como el agua en la corriente. Suponía que la memoria iba a guardar todo en un cajón, como a una postal lisa y chata con una imagen congelada y feliz, y yo iba a seguir adelan

Der Supermarket

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Es un momento fatal. Y eso que podría pensarse que tengo cierta cancha. Desde que ya sé por qué calle ir, hasta que no tengo que preguntar dónde están los productos; desde haber aprendido a no trasladar las cifras a pesos porque sería un patatuz cada vez que agarro un fideo, hasta que pese a que no entiendo un porongo los detalles de algunos productos no tengo dudas sobre qué llevar...Voy directo, como si fuera un local cualquiera, adonde están "mis cositas de siempre", pienso con un cierto grado de impresión, y no ando dando vueltas para descubrir las curiosidades que tiene para ofrecerme este supermercado igual a todos los demás en este mundo, reflejo del capitalismo espantoso del que somos víctimas, sobre todo ahora en que estar acá me parece un sueño porque tengo enfrente las galletitas Eiergebäck con Zartbitter Schokolade rellenas de Orangensaftkonzentrat que me hacen feliz cada vez que las veo aunque les oponga mi más criolla resistencia ... Mah sí, pienso, las agarro y

La veo partir

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Es la primera vez que la veo partir así; me quedé mirándola como si fuera una vieja conocida que se va. La había dejado hecha una chancha, gordísima, y me preguntaba si pasaría los controles de rutina. Además, la había cambiado. La dejé por otra. Recién cuando tuve que salir de casa, a último momento, la cerré e intenté pararla sobre sí. Pero ella, más nueva pero mucho más berreta, no pasó la prueba. Se cayó como un barril en el agua, quedó flotando en el piso, un bote lleno meciéndose sobre la madera. Lo admito, abusé de ella. No nos conocíamos tanto. No tenía tan buena reputación pero no tuve otra que elegirla entre todas las que tenía a mano. La anterior se iba a quedar corta. Lo que pasa que a ésta hay que agarrarla como si fuera un hijo bobo, levantarla haciendo reboleos y mucha fuerza para llegar a destino, la cinta transportadora con balanza que me iba a marcar si tenía sobrepeso. Un kilo y pico de más. Es que vuelvo a llevar dulce de leche, el mismo que me quitaron el año pasad

INTRODUCCIÓN A UN VIAJE

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Una noche en la que no conseguía dormir, escribí durante horas un mail al director de la Viennale, un festival de cine austríaco, preguntándole si podía ir a trabajar allí un tiempo. Fue un tiro al aire, un gesto desvelado que se extendió hasta la madrugada, una posibilidad entre mil de que saliera. Cuatro meses más tarde, en su coche destartalado, mi vieja me llevaba a Ezeiza, me acompañaba al check-in, y me veía desaparecer por la puerta que lleva a migraciones. Haciendo la fila, ya sola, recuerdo que me pregunté cómo fue que se me había ocurrido estudiar alemán. La verdad, no lo sabía. Sólo recordaba que había sido una especie de capricho y que, al momento de inscribirme, dudé si estudiar alemán o chino, que también tenía cursos gratis de verano en el Lenguas Vivas. Elegí alemán porque me pareció que quedaba –en varios sentidos- más cerca. “Si hubiera elegido chino tal vez en este momento estaría en esa cola” pensé mirando una fila de orientales llenos de perfumes y bolsas de fr